13 dic 2011

Under the moonlight.

Llegó el invierno, y con él, las responsabilidades. Quería hibernar en la luna llena, pero no la encontraba en aquel techo estrellado. La luna tenía frío y se había cubierto con su manta de nubes grises. ¿A quién iba a aullar ahora? Se había  acostumbrado a llorar sonrisas y a gritar en silencio ante los demás lobos. Se tragaba tanta rabia que ya casi no le sabía mal. Pero cuando llegaba la noche, la luna le hechizaba, disolviendo su máscara, derrumbando su fachada. Entonces le confesaba todo, y su conciencia quedaba casi tranquila. Ella seguía sin salir de su escondite, se habría quedado dormida. Se tumbó sigilosamente, no quería despertarla…sabía que ayer había estado en vela toda la noche, quizá cuidándolo. Hoy sería él quien la velara, porque incluso la luna necesita descansar.
Llegó el invierno, y con él, los recuerdos.

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