19 may 2013

Tal vez la clave.


Tal vez la clave sea no buscar la clave. Tal vez la clave se encuentre en su piel, tal vez en cada lunar, en cada imperfección que perfecciona tanto. Tal vez se bañe en su saliva y se deslice por el tobogán de su sonrisa, con los brazos en alto, gritando metralletas cargadas de adrenalina. Tal vez te salude en cada guiño, tal vez te dé los buenos días entre alientos que saben a café recién hecho.

Tal vez la clave sea de sol y baile sobre los pentagramas de tu canción favorita. Tal vez esa canción tenga una cara. Tal vez la clave sea el retumbar de los tambores en tu pecho. Tal vez la clave se escuche cuando te hable. Tal vez la clave se clave en tus entrañas con una caricia, por muy suave que sea. Tan suave.

Tal vez no la oyes porque te tapas los oídos. Pequeña, quítate las manos y escucha. Tal vez no la ves porque te has vendado los ojos. Pequeña, corta el velo que te ciega y mírala. Tal vez no la sientes porque el miedo te insensibiliza. Pequeña, trágate el orgullo y disfrútala. Tal vez no quieras encontrar la clave. Pequeña, escúchame, mírame, disfrútame. Esa es la clave.

Y me ahogo entre tales y veces, inhalando promesas de humo y vapor. Me ahogo y es tan dulce la sensación. Me ahogo y no es por falta de oxígeno, sino de respuestas. Me ahogo por falta de abrazos que ahoguen. Me ahogo pero joder, es tan dulce la sensación.

Tal vez mañana continuaremos caminando independientes, autónomos, indiferentes, ignorantes, fuertes. Pero buscando la clave. Tal vez la clave sea asesinar a los tal vez. Tal vez los apuñalaremos con armas blancas como la cal que tiñe tus respuestas frías. Tal vez los dispararemos con armas de fuego como aquellas noches de insomnio.

Tal vez, solo tal vez, la clave no exista.



7 may 2013

Blablablá.


Y cómo hablar si.

Si todo depende de nada y todo depende de ti. De las buenas mañanas que me da tu desnuda silueta dibujada entre mis cortinas. De las buenas noches que me dan tus mudos gritos arañados en mis sábanas. Si respiro esbozos de sonrisas y me deshago en lágrimas invisibles cada vez que dices adiós. Y deshago pétalos de margaritas cada vez que dices hola. Y deshago nudos en el estómago cada vez que dices mi nombre. Y deshago las promesas que me hice a mí misma cada vez que.

Cada vez que nos mentimos.

Si uno más uno es uno. Si los insomnios me abrazan. Si Soledad me pilla infraganti contando ovejas, contando lunares, contando despedidas, restando estrellas.  Sumando noches en vela y perdiendo la cuenta. Cuéntame cómo te ha ido. Si tú también me echas de menos. Cuéntame más cuentos y haré como que me los creo.  Miénteme pero hazlo entre caricias. Bálsamos que alivian el dolor de pecho, cuando cuesta respirar y solo te apetece más humo. Cuenta cuántas veces se acabó la cuenta atrás y no cuentes conmigo más.

Me pongo mis medias, naranjas, y me marcho.

Si vago entre sueños y un pasado disfrazado de presente. Refugiándome en guitarras, en acordes, en canciones; en voces rasgadas de excesos y pasión. Si no tiro la toalla y es ella la que salta, suicida. Cómo hablar del silencio si no conseguimos salir de este silencio incómodo. Cómo si llevamos en coma toda una vida, empeñados en poner comas, sin valor para ponerle punto y final. Y comámonos y apuntémonos a la adrenalina de los suspiros puros. Apunta mi dirección, coma, y no vengas.

Y cómo hablar si.
Si me enseñaron a no hablar.
Si me enseñaron a no hablar con la boca llena.
Si me enseñaron a no hablar con la boca llena de mentiras.

Y cómo hablar si no hay nada que decir.