Tal vez
la clave sea no buscar la clave. Tal vez la clave se encuentre en su piel, tal
vez en cada lunar, en cada imperfección que perfecciona tanto. Tal vez se bañe
en su saliva y se deslice por el tobogán de su sonrisa, con los brazos en alto,
gritando metralletas cargadas de adrenalina. Tal vez te salude en cada guiño,
tal vez te dé los buenos días entre alientos que saben a café recién hecho.
Tal vez
la clave sea de sol y baile sobre los pentagramas de tu canción favorita. Tal
vez esa canción tenga una cara. Tal vez la clave sea el retumbar de los
tambores en tu pecho. Tal vez la clave se escuche cuando te hable. Tal vez la
clave se clave en tus entrañas con una caricia, por muy suave que sea. Tan
suave.
Tal vez
no la oyes porque te tapas los oídos. Pequeña, quítate las manos y escucha. Tal
vez no la ves porque te has vendado los ojos. Pequeña, corta el velo que te
ciega y mírala. Tal vez no la sientes porque el miedo te insensibiliza.
Pequeña, trágate el orgullo y disfrútala. Tal vez no quieras encontrar la
clave. Pequeña, escúchame, mírame, disfrútame. Esa es la clave.
Y me
ahogo entre tales y veces, inhalando promesas de humo y vapor. Me ahogo y es
tan dulce la sensación. Me ahogo y no es por falta de oxígeno, sino de
respuestas. Me ahogo por falta de abrazos que ahoguen. Me ahogo pero joder, es
tan dulce la sensación.
Tal vez
mañana continuaremos caminando independientes, autónomos, indiferentes,
ignorantes, fuertes. Pero buscando la clave. Tal vez la clave sea asesinar a
los tal vez. Tal vez los apuñalaremos con armas blancas como la cal que tiñe tus
respuestas frías. Tal vez los dispararemos con armas de fuego como aquellas noches de insomnio.
Tal
vez, solo tal vez, la clave no exista.