30 oct 2011

Para mí, nuestra amistad significa X

Me preguntasteis qué significaba para mí nuestra amistad...

Bailar como unas locas bajo la lluvia por las calles de Madrid, cantar nuestras canciones tan fuerte como nuestros pulmones nos permitan, mientras la gente se ríe de nosotras. Coger el metro en el último segundo, girarme, y ver que a la mitad no os ha dado tiempo a entrar en el vagón. Meternos las unas con las otras por nuestro gusto musical. Sufrir cuando alguna está dejando el tabaco y lo pasa mal, y alegrarse más que ella cuando lo consigue. Reírnos por cualquier chorrada y no parar ni siquiera cuando ya empezamos a tener agujetas. Reírnos al día siguiente por tener agujetas. Animarnos haciéndonos la ola, estemos donde estemos. Escucharnos siempre. Apoyarnos más que siempre. Ayudarnos con los pequeños sueños del día a día, y lograr que los grandes estén cada vez más a nuestro alcance. Insultarnos con cariño. Insultar sin cariño a los que nos insultan. Cambiar juntas. Aprender cosas nuevas de las otras, y sorprendernos a pesar de llevar años unidas. Descubrir gente, que puede llegar a ser realmente imprescindible en nuestras vidas, pero no cambiar el grado de cariño que nos tenemos por ello. Estupideces por hora, locuras por minuto, y sonrisas por segundo. Decir que nos vamos a dormir a casa de alguna y salir de fiesta toda la noche. Cometer errores, y aprender de ellos. Renunciar a algo que nos apetece por las demás...

Me preguntasteis qué significaba para mí nuestra amistad, y si os digo la verdad, no sé qué contestar, porque siento que la palabra "todo" se queda pequeña. Si conocéis algún sustantivo, verbo o adjetivo cuyo significado pueda abarcar tantos años de amor en el pasado, que continúa en el presente y que con muchas de vosotras durará en un futuro, por favor, decídmelo.

26 oct 2011

Shadows.

Estaba sin estar, miraba sin mirar, era sin ser. Había perdido la sonrisa, esa que solo florecía al verte y que brillaba después de acariciarte. Ya no sentía mi mano agarrando fuertemente la tuya, como si al soltarla fuera a perderme. Recuerdo que ni siquiera los árboles ni los viandantes que nos cruzábamos por la acera eran capaces de separarnos. Aquel se había convertido en nuestro juego, pero el estúpido juego también se había marchado.

No quedaba nada. Ni una pizca de pasión. Buscaba desesperada en mi interior algo de aquella hermosa e inocente ilusión que antes derrochaba, pero no encontré apenas rastro. Y me sentía culpable; te lo debía.

Me mirabas suplicante, esperando que reaccionase, que volviese a derretirme entre tus brazos tras correr como una loca hacia ti, como hacía antes, pero no había respuesta. Yo, aunque no quería, ya te había cerrado la puerta, y tú estabas intentando romper la ventana...Ambos sabíamos que no serviría de nada.

No quería seguir a tu lado como una sombra. Una sombra que no dice ni demuestra nada. Que siempre está contigo, pero que no siente. Que no te abandona, pero que tampoco te ama. Y tú lo comprendiste, porque aquella fue la última vez que me besaste.



















Negra sombra                                                                         


Cando penso que te fuches
negra sombra que me asombras,
ó pe dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.


Cando maxino que és ida
no mesmo sol te amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.
Si cantan, és ti que cantas;


si choran, és ti que choras,
i és o marmurio do río,
i és a noite i és a aurora.


En todo estás e tí és todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.
                              Rosalía de Castro




Negra sombra


Cuando creo que te has ido
negra sombra que me ensombreces
al pie de mi cabecera
haciéndome burla vuelves.


Cuando pienso que te eres ida
en el mismo sol te muestras,
y eres la estrella que brilla
y eres el viento que zumba.


Si cantan, tú eres quien canta:
si lloran, tú eres quien llora,
y eres el rumor del río
y eres la noche y la aurora.


En todo estás y eres todo
por mí y en mí misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me ensombreces.
               (traducción de A. Ruiz de Tarazona)

24 oct 2011

4 y 26

Se convulsionaba frenéticamente en la cama, empapando las sábanas de sudor y lágrimas. Como cada viernes, volvía puntual la pesadilla. Dos minutos y medio de gemidos y por fin se despertó de golpe, con la respiración entrecortada y los ojos abiertos de par en par bañados en lágrimas. Con un largo y profundo suspiro, estiró la mano hasta alcanzar el vaso de agua que cada viernes colocaba en su  moderna mesilla blanca. Bebió rápidamente el líquido mientras su mirada se posaba, curiosa, sobre el pequeño despertador. Las cuatro y veintiséis. El mismo número que había estado observando cada viernes durante los últimos tres meses y, a pesar de ello, todavía se le seguía poniendo la piel de gallina.

Aquello era de locos. No estaba dispuesta a ir al psicólogo, le entraba la risa solo de imaginarse tumbada como una estúpida en un triste sillón negro hablando sola. No, ella era fuerte, siempre lo había sido, y no iba a dejar de serlo por un simple sueño. No.

Cuando comenzaron las pesadillas trató de evitarlas saliendo hasta altas horas de la madrugada cada viernes, o intentaba quedarse en vela viendo series americanas y comiendo palomitas. Pero un viernes cualquiera,  sin saber por qué, se armó de valor y decidida, fue directa a dormir, segura de que lo haría plácidamente. Esa noche comenzó el horror. Debido a su cabezonería, tozudez y no menos orgullo, seguía convencida de que ella sola podría hacer que aquello pasase. Que un viernes, cuando menos se lo esperase, las pesadillas cesarían, y nadie se habría enterado jamás de que ella lo había pasado mal o peor aún, de que tenía alguna debilidad.

Dejó el vaso vacío sobre la mesilla y se frotó los ojos. Bajo la almohada asomaba una manoseada fotografía. Como cada viernes, la cogió. Dos rostros sonreían felices a la cámara. Fue tan solo hacía cuatro meses, pero ella parecía otra. Era tan feliz... Una lágrima cayó furtiva mojando su cálida mejilla, mientras acariciaba el rostro del risueño joven que mostraba la foto. Giró el arrugado papel y murmuró las palabras allí escritas, esas que tantas y tantas veces había leído, analizado, letra por letra, intentando encontrar en ellas alguna explicación que disipara los remordimientos y ahuyentara las pesadillas.

« Viernes, 4 de septiembre de 2010.
Lo siento. No te pido que lo entiendas, pero siento que no merece la pena seguir aquí. Tiro la toalla Claire. Me he hartado de ser una carga, de hacerte sufrir...a ti, a mis hermanos y a mi pobre madre. Diles que les quiero Claire, díselo por favor.
Te esperaré, te lo prometo, y te cuidaré mientras tanto. Te cuidaré de verdad, y no volverás a llorar a escondidas encerrada en el baño por las noches, ni te asustarás cuando llegue a casa ebrio y te insulte. Eso se acabó Claire. Necesito serte útil pequeña. Lo siento tanto...
Te quiero ».

Mira el despertador: cuatro y veintiocho. Es hora de volver a dormir.

20 oct 2011

We'll carry on

Molestaba, dolía, quemaba. No ser capaz de hacerte feliz, sentir tu mirada de decepción cada vez que abría la boca. Sentir cómo analizabas cada uno de mis movimientos y cuando yo levantaba esperanzada la cabeza, la desaprobación desbordaba tus ojos, tu gesto, tu sonrisa invisible. Sí, eso era lo que más dolía, no hacerte sonreír. Me sentía inútil, y te culpaba por ello. Me equivoqué.
Lo supe aquel horrible y a la vez maravilloso día, cuando entré en esa extraña habitación, que habían pintado de colores alegres, intentando esconder inútilmente todos los pesados sentimientos que allí dentro había. Levantaste la mirada, y a pesar de que casi no podías verme, me reconociste. Y sonreíste. La sonrisa más sincera y hermosa que jamás había visto. Ahí fue cuando todos los recuerdos galoparon de repente desordenados en mi cabeza: todas las veces que me habías sonreído de aquel modo, todas las veces que me habías hablado con palabras llenas de cariño, todos los abrazos, todos los momentos en el coche cantando nuestra canción, sólo nuestra. Todos esos recuerdos que yo, estúpida ciega, no había querido ver. Y sentí que se me nublaba la vista, que mis ojos comenzaban a llover. Lágrimas que saltaban suicidas al vacío, al suelo de la habitación del hospital, a todos los te quiero que nunca te dije. Lágrimas de amor.
Y tú lo sabías, porque tu sonrisa se ensanchó y tus brazos me acogieron, como siempre hacías, y como siempre harás, estés donde estés.


2 oct 2011

Take on me

« Es como si cada mañana al despertarme sintiera el fracaso, porque alrededor todos parecen conseguirlo pero por alguna razón yo no puedo aunque lo intente… no se por qué, pero nunca seré suficiente. »

Yo soy Sam