26 dic 2011

18:45 para mí.

No estaba cansada, estaba harta. Encadenada por su propio orgullo, el mismo que le había cortado las alas de la inspiración, de la imaginación y de la inocencia. La mutilación le había ahorrado algún que otro disgusto, y al principio le pareció maravillosa...hasta que empezó a echar de menos. La sonrisa que antes tachaba de tonta le resultaba ahora sincera, pero ya la había perdido, quizás echado. Solo le quedaban los ojalás, las señales de humo, la esperanza de que él las viera, los gritos hechos de silencio y los silencios incómodos. El orgullo es útil cuando eres capaz de tragártelo, pero una pesadilla si es él quien te traga a ti. Odiaba aprender la lección demasiado tarde. ¿Puede ser tu sueño uno que ya alcanzaste en su día?

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