18 oct 2015

La búsqueda

Érase una vez una noche sin estrellas,
dos ojos que se cierran para no volver a abrirse más.
Dos pozos que se llenan
de preciosos recuerdos que de repente
son tan amargos;
y caen en manada
aplastando su alma,
empapando su cara.
Pocos saben lo horrible que puede llegar a ser
el sonido
del silencio.

Dicen que no hay nada más triste que perder a alguien,
pero esa noche,
ella se perdió también a sí misma;
y en la búsqueda de volver a encontrarse
aprendió que el duelo es un arduo invierno
y que es errar el aferrarse a la llegada de un verano pasajero.
Pues sobre(vivir) consiste en encontrar una manta
que espante el frío,
que te abrace
y te llene de hogar.

Érase una vez una luna
que perdió sus estrellas.

19 may 2015

Nadie sabe nada.


Pero qué van a saber ellos si nunca se han despertado con un nombre en los labios, si nunca han sentido miedo con un beso, si jamás han saboreado la victoria de perder el orgullo.

Les observo sonriendo mientras baño mi paladar en agua destilada hecha de portazos y palabras arrogantes, en un whisky barato que abrasa mi boca, quizá no lo suficiente. Porque mi boca sigue sabiendo a él,
           sabiendo que él ya no está.

Y qué sabrán ellos si nunca han bebido hasta perder el control -aún más-, intentando olvidar el espacio que les separa de sus brazos.

Les observo sonriendo mientras pierden el tiempo buscando el tiempo perdido, enjaulados en el pasado como ancianos que recuerdan aquellos buenos tiempos, cuando no tenían que recordar nada.

Qué coño me van a enseñar ellos de la vida, si nunca han muerto por nadie.