22 mar 2012

Hace frío y te echo de menos.

Solo te echa de menos cuando tiene frío. Cuando las botellas de cerveza flotan en la bañera, vacías, y no queda dinero que desperdiciar. Los lunes, demacrada, sucia, sobre la cama deshecha y el despertador que no deja de sonar. Entonces se acuerda de ti. Cuando no tiene fuego pero sí mono, cuando se olvidó de tu cumpleaños. Esos días de resaca y arcadas, de ganas de huir, de arrepentimiento. Esos días te llama. Y tú, estúpido, coges el teléfono. Y tú, aún más estúpido, le dices que la quieres.
Quién sabe si es amor o es pena. La añoranza del pasado o la esperanza de que vuelva. Quién sabe qué es aquello que te lleva a continuar. Las peores pesadillas son aquellas de las que no puedes despertar, porque jamás estuviste dormido. Y este dolor es tan real, tan real. Esta pesadilla se llama Ella, y Ella ya no está. Cada vez que buscas su mirada en el espejo no encuentras los ojos  que parecían llorar felicidad, que ellos solos decían te quiero. Solo encuentras su reflejo cadavérico, su mirada inexpresiva, su pelo sucio y sus marcas en la muñeca. Y sientes ganas de romper el espejo y salir corriendo. Pero tú, estúpido, sonríes. Y tú, aún más estúpido, le dices que la quieres.
Entonces solo te queda esperar a que falte el dinero y la droga, a que sea lunes y se sienta sola, a que tenga mono pero no fuego, a que se olvide de tu cumpleaños. Si buscas una respuesta, solo tienes que esperar a que llegue el otoño, porque ella solo te echa de menos cuando tiene frío.