25 nov 2011

Gris en la ciudad.

El río de gente continuaba en su habitual y nervioso estado. No fluía, arrasaba. Peculiar cascada gris, ensordecedora. Robots ahogados por la rutina, las prisas y el humo. Inmunes a lo que ocurría a su alrededor, y completamente incapaces de pararse a valorar los pequeños hermosos regalos del día a día. Una sonrisa, un niño saltando en un charco, un color. Ciegos, sordos y mudos de sentimientos. No sabían si eran felices, porque ni siquiera se lo habían planteado, pero conocían perfectamente las comisiones de su hipoteca, o la cantidad de dinero que debían pagar por su última multa. Sabía que hoy le bajaría el sueldo a sus empleados debido a la disminución del número de ventas esa semana, pero se había olvidado del cumpleaños de su hijo. Sabían que comprarían una nueva televisión, pero no se acordaron del viaje a Grecia que habían prometido hacer cuando se enamoraron. Se acordó de leer la revista, revisar su correo y comprar algo en internet antes de salir de la oficina, pero ni se fijó en el sobre rojo y la flor que su compañero le había dejado entre los papeles. Sabía enviar sms, se le había olvidado leer aquel libro. Sabían tocar insistentemente el claxon del coche, pero no se acordaban de escuchar su canción favorita.

El río gris continuaba por la avenida con su acelerado ritmo siempre de la mano. Facciones de enfado, estrés y caras de pocos amigos. Así que fue agradable encontrar una excepción.

2 comentarios:

SB dijo...

Mmmm en serio Bei te has planteado el escribir de mayor un libro? Yo creo que vales para eso y mucho más :)

thecrazieswords dijo...

Vaya, muchas gracias! No sé, según lo que me apetezca :) pero en serio, muchas gracias!